viernes, 26 de octubre de 2012

Mi hijo: ¿Mi víctima o mi creación?


Estamos sorprendidos, cuando vemos en periódicos o radio, que el sicario no superaba los 18 años. Cuando las víctimas de los ejecutados, correspondían a adolescentes de 14 años de edad. Frente a lo anterior,el psiquiatra dominicano César Mella, publicó su trabajo, que interesa a todos los que somos padres, o seremos abuelos algún día;
Yo me preguntaría ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos? A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el camión o caminar larguísimas distancias para llegar a ella.
Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.
Tienen los juegos y equipos digitale modernos, Ipod, blackberry y computadora no puede faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso y costoso. La Lap más equipada. Si se descomponen, para eso estamos, hay que pagar la reparación, a la brevedad y sin chistar.
Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de mtv. ¡Ah! pero viven encontrándole defectos a los padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda.  Se cierran automáticamente a quien les hable de moral, honor y  buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en internet!
Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo incluso su propina sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan “eso no me alcanza”.  Si son estudiantes, inventan trabajos de equipo o paseos de campo. Lo menos que se sospecha, es que regresaránhabiendo probado éxtasis, coca,  marihuana o mínimo alcoholizados o con un embarazo, Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligaciónmantenerme o quien les manda andar de calientes.
La tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún graduados y con trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios, hasta los partos o educación de sus hijos. Un estudio indica que lo antes mencionado es mayor problema en chicos de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si es correcto 28 años o más y para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza
¿Entonces en qué estamos fallando? :
Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos de ejecutivos, aceptaban trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios.
Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que mandó todo al diablo: ¡ YO NO QUIERO QUE MIS HIJOS PASEN , LOS TRABAJOS Ó CARENCIAS , QUE YO PASÉ !
Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del desperdicio: agua, comida, luz, ropa, dinero. Les falta el i ngrediente de la necesidad para fortalecer su carácter y dar calor a sus objetivos.
Nuestros hijos, a los 10 años ya fueron a Disneyworld , cuando nosotros a los 20 algunos conocíamos alguna otra ciudad. El dame y el cómprame, fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de una pensión, (con todo incluído) con sirviente (a), que después intentamos que funcionara como hogar.
Es alarmante el índice de divorcios. Van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere servir al otro en su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la mamá y el papá continúen resolviéndoles la vida.
Los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades.
Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual no aportan para el pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.
Edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Un día a la semana laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, esa debe ser obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que ustedes pagan, (tienen que sacar notas del tercio superior) y por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en sus mentes trabajo=bienestar.
Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura.
Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar, para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.
Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Cuando ocupes corregirlos, aconséjalos, habla con ellos, no los ofendas, no los reprendas en público. Si lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdonarán.
Estamos comprometidos a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos, o sencillamente trabajamos tanto fuera de casa, que el cuidado de hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante. Ya los abuelos pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición.
Que cada quien tome lo que la corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que para que triunfe el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita… NO HACIENDO NADA… Haz lo que tengas que hacer pero mejora tus semillas, y mejorarás tu descendencia.

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